sábado, 21 de abril de 2012

noche

La distancia que existe
entre el aluvión de tus plegarias
y las mías,
es directamente proporcional
al calendario azteca.
Cielo oscuro,
perpetuo
hambriento de historias.
Tú bajo todas las estellas
y los dioses posibles.
Aún así crees.
Crees en el resplandor que deja
un poeta de alma chilena,
estela austral que sacude tus sienes.
Crees en vecinos galeones
y piensas en historias de remansos.
Ves desde la orilla
alguna jauría quemando sus ladridos imperfectos,
vencedores de presagios y despedidas.
Como un exiliado de tus propias costumbres,
recitas y crees
y creas cientos de líneas dactilares que atan en diademas
mi piel de serpentina.

desde el espacio