Desciende la tarde
por mis jeans exhaustos de mañanas,
se duerme en los pies tibios de otoño
y sonríe con templanza.
Mientras leo versos franceses
en hojas rubias de recuerdos
hilvano inspiraciones
y trenzo para ti cientos de anhelos.
Deshojo los días dorados,
como una margarita y sus “me quieres”
en un vals de hojas secas que alcanzo
y abrazo mientras duermes.
En el patio,
el nogal bosteza,
desayunando ocres y mieles
lo admiro,
y me regala nueces
y atardeceres.